sobre mi

 Soy un simple chico de 15 años aficionado de la poesía que quiere compartir su pasión con el resto del mundo, teniendo como objetivo el lograr que las demás personas se puedan interesar también en este hermoso arte de palabras, comprendan mejor sus emociones y la forma en como expresarlo y asimilarlo ante los demás.

La forma de combinar la lectura con la musica es algo muy hermoso por eso se los recomiendo, y que mejor forma de iniciar, que empezar con lo que te gusta. por eso en este pequeño espacio me gustaria conectar con aquellas personas que comparten una gran pasion por la poesia como lo hago yo, para desaparecer un momento de la realidad y entrar a un hermoso mundo de ficcion.

Algo que me gustaria compartir con ustedes es que conozcan que desde hace mucho tiempo, me he hecho una pregunta que me persigue en silencio:¿Quién soy yo?

Muchas veces me he cuestionado si mi vida realmente vale la pena, si vine a este mundo con un propósito o si fui solo un accidente del destino. En más de una ocasión me pregunté si le importo a alguien de verdad, o si todos los que se han acercado a mí lo hicieron solo para sacar provecho… para luego dejarme más roto de lo que ya estaba.

Con el tiempo, llegué a una conclusión cruel:
era un cero absoluto.
Y por extraño que suene, me sentí cómodo aceptándolo.
Así, al menos, no tenía que pretender ser más ni igual a nadie.
Me sentía débil, y esa debilidad me parecía más sincera que cualquier máscara.
Pensé que finalmente había descubierto quién era,
pero pronto comprendí que todo eso no era más que una mentira disfrazada de aceptación.
Una mentira que yo mismo me repetía para no enfrentar la realidad.

Entonces, decidí que mi vida tendría al menos una utilidad:
ayudar a los demás, sin importar el precio.
Lo hice sin condiciones, sin esperar nada a cambio.
Pero el dolor fue creciendo cuando me di cuenta de que,
aunque yo estaba dispuesto a dar todo por los demás,
nadie estaba dispuesto a hacer lo mismo por mí.
Y fue ahí donde empecé a romperme…
a quedarme solo…
a quedarme conmigo mismo, con ese yo tan difícil de sostener.

Hubo un momento —uno muy oscuro— en el que mi mente me empujó al borde del abismo.
Me dije:
“¿Y si acabo con todo esto de una vez?”

Busqué razones para no hacerlo. Busqué con desesperación.
Pero no encontré ninguna.
No me sentía valioso. No sentía que mi existencia significara algo para alguien.
Las palabras que me habían dicho tantas veces —que era un estorbo, que no servía para nada—
comenzaron a parecerme ciertas.

Y entonces fue cuando mi alma se quebraba.
Cuando todo dentro de mí se desvanecía lentamente,
como un castillo de cenizas que el viento se llevaba sin piedad.
Estaba a centímetros de perderme del todo,
sumido en un silencio que me ahogaba más que cualquier grito.

Pero justo en ese instante,
una voz dentro de mí me habló.

Me dijo con suavidad y firmeza:
“Algún día, no sé cuándo ni dónde, aparecerán personas por las que realmente querrás vivir. Y ellas no dejarán que lo olvides.”

Esa voz me hizo dudar.
Grité. Pregunté:
“¿Por qué no ahora? ¿Por qué esperar?”
No obtuve respuesta.
El silencio fue mi única compañía.
Pero en medio de esa desesperación,
decidí hacerle caso a esa voz y postergar mi decisión… solo por un tiempo.

Pasaron los días.
Los meses.
Los años.
Conocí personas que, al principio, parecían diferentes.
Una de ellas era reflexiva, con una mente profunda, pero con un corazón lleno de humor y calidez.
La otra…
La otra parecía salida de un sueño.
Alguien fuerte, única, humana.
Por primera vez sentí que tenía una familia.
Sentí que tenía una razón para no rendirme.
Y más aún:
deseaba ayudarla a no rendirse también.

Ella vio un lado de mí que durante mucho tiempo oculté,
un lado que otros rechazaron, que nadie quiso entender.
Pero ella lo abrazó.
Me trató con un cariño que jamás imaginé recibir.
Me hizo sentir que valía la pena.
Que no era un error.
Que mi dolor no era invisible.

Y entonces creí.
Creí que esa voz del pasado tenía razón.
Creí que por fin había encontrado lo que tanto busqué.

Pero me equivoqué.

Aquello que parecía mi salvación,
terminó siendo mi perdición.

Esa misma luz que un día me levantó,
con el tiempo, se fue apagando…
hasta volverse sombra.
Hasta volverse puñal.

Y una vez más,
me encontré solo.
Roto.
Más roto que antes.

Porque cuando crees haber encontrado tu refugio,
y ese refugio te derrumba desde adentro,
el golpe es más fuerte que todos los anteriores juntos.

Lo que pensé que sería mi consuelo,
me devolvió al abismo.
Me hizo dudar de nuevo de mi valor.
Me hizo preguntarme si, en realidad,
merecía existir.

La traición duele.
La decepción hiere.
Pero lo que realmente te mata…
es haber creído que esta vez sería diferente.

Ahora no tengo respuestas.
Solo fragmentos.
Cicatrices.
Y esa voz lejana que ya no vuelve a hablarme.

Tal vez algún día recupere la fuerza.
Tal vez vuelva a encontrar personas que de verdad me vean.
Pero por ahora…
solo sé que
el dolor también tiene memoria.

Y esta historia terminó, por ahora, de la peor manera. Espero algun dia encontrar a personas que deverdad pueda apreciar y amar, para poder deir que estoy vivo por primera vez

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